omos millones. Formamos
la unidad de la esperanza.
Lo sabemos. Y el saberlo
nos hace fuertes; nos salva.
Gabriel Celaya. Todos a una. (De Cantos Iberos)
Madrid está en ebullición. En las últimas semanas, personas que votaron dos veces a Isabel Díaz Ayuso para presidir la Comunidad de Madrid han explicado que ya no piensan hacerlo una tercera vez. Y otras que, en mayo de 2021, hicieron la prueba de votarla por primera vez, ya no lo repetirán. Ayuso acertaba al reconocer al día siguiente de las elecciones que convocó de forma anticipada que tiene «la sensación de que es mucho voto prestado», «hay muchos ciudadanos que nos han votado por una situación determinada». Por eso, «es el momento de analizar voto a voto, de ver quién nos ha votado y por qué».
Pues bien, los ciudadanos que le prestaron su voto hace año y medio también han hecho su análisis y ya son «más que unos cuantos» quienes han tomado la decisión de no volver a votar a Ayuso y al Partido Popular. A mi modo de ver, tienen buenas razones para no volver a tomar la papeleta del PP. No hay más que ver cómo está operando su plan de negocio sobre la sanidad pública desguazando la Atención Primaria y maltratando a la comunidad sanitaria, el transporte liberalizando el sector del taxi en favor de empresas como Uber, o la vivienda, donde encabezamos el ranking por tener los precios más altos del alquiler.
También presiento que los madrileños y madrileñas están abochornados por ese estilo chabacano, faltón, de desprecio a la gente, carente de empatía, que propaga bulos y mentiras sin pestañear. Pero no nos engañemos, parece evidente que el problema de Ayuso no es solo un problema de estilo sino un problema de fracaso de unas políticas egoístas que privilegian al 1% de la población en detrimento de las mayorías sociales. Prueba de ello es el fracaso de los presupuestos autonómicos y su disparatada política fiscal. El modelo de región de Ayuso no solo no convence a la mayoría, sino que además genera tensiones en el bloque reaccionario y se demuestra incapaz de incluso llegar a acuerdos con los suyos, con Vox.
Todo ello hace que podamos preguntarnos en serio: ¿De verdad Ayuso es imbatible en Madrid? ¿No es cierto que las trabajadoras de la sanidad y de la enseñanza pública, los colectivos que se han movilizado frente a la Asamblea de Madrid contra la Ley Ómnibus o por la escuela pública en Valdebebas, los familiares de los 7.291 personas mayores que murieron sin asistencia sanitaria en las residencias, los habitantes de la Cañada Real que llevan tres inviernos sin luz, los taxistas que defienden un servicio público, las asociaciones vecinales, ecologistas, las personas LGTBI y trans, tienen buenas razones no solo para no votar a Ayuso sino para desear un cambio real en el Gobierno de la Comunidad de Madrid? Y ese cambio, deseable para muchos, que cada día es más urgente, ¿es también posible? Mi respuesta clara y rotunda es: ¡claro que es posible!
Sí se puede ganar el Gobierno de la Comunidad para que los madrileños y madrileñas tengamos simplemente una vida mejor. Si es así, ¿de qué depende que se convierta en realidad en 2023?
Pensando en esto me vino a la mente la estrofa del poema de Gabriel Celaya que encabeza estas líneas: «somos millones. Formamos la unidad de la esperanza. Lo sabemos. Y el saberlo nos hace fuertes; nos salva.» ¿Y si decidiéramos ponernos manos a la obra para formar esa unidad de la esperanza? ¿Gómo podríamos hacerlo? Y entonces pensé en las candidaturas del cambio en las elecciones municipales de 2015 que llevaron a ganar los Ayuntamientos de Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valencia y tantos otros. Y en los Gobiernos municipales donde ya en 2019 miles y miles de personas votaron por políticas públicas feministas, justas y ecológicas. Políticas que laten en el corazón del Madrid popular que son el rompeolas de una región que mira hacia el futuro y los derechos sociales. Políticas que está aplicando una fuerza de gobierno como Podemos en una veintena de municipios de la Comunidad de Madrid. Y también pensé en otras experiencias recientes y cercanas que nos muestran el camino.
En 2022, cambios que podían parecer impensables poco tiempo antes se han hecho realidad. ¿Cómo? En Colombia, con la unión de partidos y movimientos agrupados en el Pacto Histórico que hoy gobierna la Colombia de Gustavo Petro y Francia Márquez. En Chile, también con una fórmula de unión de partidos y movimientos en torno a Apruebo Dignidad, que hoy gobierna el país con Gabriel Boric y Camila Vallejo al frente. Así mismo, en Francia la coalición impulsada por La Francia Insumisa tras las elecciones presidenciales dio lugar a la formación de la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES), en la que participan fuerzas políticas, colectivos sociales y otros actores de la sociedad civil. La NUPES es hoy la principal fuerza de oposición en el Parlamento francés, con 151 escaños.
Estas experiencias se inscriben, cada una de ellas, en procesos históricos singulares y con rasgos propios que merecen un análisis específico. No obstante, yo encuentro en ellas valores y herramientas que pueden iluminar con fuerza un nuevo proyecto colectivo para Madrid capaz de poner a cooperar de forma virtuosa las fuerzas políticas, sociales y sindicales que llevan años dibujando un proyecto de región alternativo al de las élites.
En este sentido, el preacuerdo suscrito entre Podemos e Izquierda Unida es un primer paso en la necesaria suma de sentido común, voluntad y esperanza. Decía Max Born que la esperanza es una fuerza motriz, pues sólo cuando esperamos algo trabajamos para conseguirlo. Ahora debemos empeñarnos en dar otros pasos junto a todos los colectivos, entidades y actores sociales que tienen como bandera la defensa de los derechos fundamentales.
¿Confiamos en nuestras fuerzas? Conversemos, pensemos juntos, dotémonos de los espacios de encuentro que nos permitan a asociaciones vecinales, colectivos sociales, sindicales, feministas, racializados, ambientales, de solidaridad internacional, compartir con las fuerzas políticas dispuestas a ello la construcción de una propuesta que unifique los objetivos de las luchas en curso para forjar una propuesta ganadora al servicio de la mayoría social y popular madrileña. Y salgamos a convencer, a ilusionar, a sembrar de la esperanza del sí se puede a esta mayoría. Si vamos todos a una, como dice el poeta, podemos cambiar nuestras vidas, podemos escribir la historia.
Fuente: blogs.publico.es